miércoles, 11 de junio de 2014

                                                   

                                                                             KAMISHIBAI


Kamishibai, en japonés, quiere decir “teatro de papel”.
Es una forma de contar cuentos muy popular en Japón. Suele estar dirigido a niñas y niños pequeños que van a disfrutar de él en grupo. También es utilizado como recurso didáctico. Está formado por un conjunto de láminas que tiene un dibujo en una cara y texto en la otra. Su contenido, generalmente en forma narrativa, puede referirse a un cuento o a algún contenido de aprendizaje.

Como el texto está en la parte posterior de las láminas el kamishibai siempre necesita un presentador o intérprete que lea el texto mientras los espectadores contemplan los dibujos.

La lectura del kamishibai se realiza colocando las láminas en orden sobre un soporte, teatrillo de tres puertas que se llama “butai”, de cara al auditorio, y deslizando las láminas una tras otra mientras se lee el texto.

Origen del Kamishibai

Estamos en 1930, en una de las calles más populosas de Tokio. A lo lejos se ve llegar a un hombre en bicicleta. El hombre se apea de ella y hace sonar una carraca. Pronto empiezan a arremolinarse en torno a él decenas de niños.

Es lógico, el hombre es un vendedor de golosinas. Pero, además, trae consigo el kamishibai. Saca un teatrillo de madera del tamaño de un maletín, por el que comienza a deslizar unas láminas con unos dibujos de trazos gruesos y sencillos. En su reverso está escrito un texto con rápidas descripciones y diálogos vivaces, que el hombre lee. Los niños escuchan y miran boquiabiertos, gritan aterrados, o ríen a pleno pulmón.

El kamishibai nunca falla, es mágico, siempre consigue atrapar la atención de los niños, hacerlos atravesar esa línea que separa la fantasía de la realidad.

Éste es, pues, el origen del kamishibai: surgió en Japón, durante la crisis económica de finales de los años 20, como una fórmula para combatir el desempleo: el hombre de la bicicleta, tras el éxito de la representación, vendía con más facilidad sus golosinas entre los felices niños.

Tras unas décadas de declive, en los últimos años el kamishibai ha resurgido, esta vez ya como una actividad puramente lúdica y pedagógica, y lo ha hecho con tanta fuerza que su magia se ha extendido desde el país del Sol Naciente a otros continentes. Para conocer algo más de su historia.

Kamishibai, en japonés, quiere decir “teatro de papel”. Sin embargo, el kamishibai es mucho más que eso: es todo un universo repleto de historias sencillas pero ricas en sentimientos y enseñanzas.

Su magia

El kamishibai fascina a la audiencia. Une la magia de las palabras con el encanto de las imágenes captando la atención de todos, especialmente de los más pequeños. El componente teatral del kamishibai transciende a la simple lectura, ayuda a conseguir un efecto mágico y de concentración en torno al cuento mucho más fácilmente que con otras técnicas.

Al interpretar un kamishibai se produce la interacción gozosa y compartida entre los miembros de la audiencia, entre éstos y el intérprete, y entre ambos y el mensaje que el autor quiere transmitir.

Los niños asisten en grupo a un espectáculo en el que todos juntos pueden gritar de miedo o reír con fuerza. Esto les predispone a compartir los mismos sentimientos, experimentando la sensación de grupo y el disfrute conjunto. Dicho efecto puede ser incrementado por el intérprete adaptando su entonación, ritmo e incluso variando expresiones teniendo en cuenta el ambiente creado.

Y además…

- Puede ayudar a recuperar la tradición oral y facilita enormemente el contar cuentos a otras personas: abuelos a sus nietos, chicos mayores a otros más pequeños, en una fiesta infantil…

- Despierta la imaginación y la fantasía entre los oyentes.

- Fomenta el gusto por la lectura y la escritura.

- Permite el tratamiento de la interculturalidad de forma natural mediante el uso de cuentos de diferentes culturas. Con el kamishibai, además de conocer los distintos textos, disfrutarán de las imágenes que corresponden a las tradiciones de cada una de ellas.

- Facilita que los niños asuman el papel no sólo de oyentes, sino también de intérpretes y creadores.

- Como creadores, en el Taller de Kamishibai se les exige y fomenta el trabajo en grupo y la participación en actividades del centro y/o del entorno.

- Ayuda a estructurar y organizar los textos narrativos.


- Resulta muy adecuado en el tratamiento integrado de las distintas lenguas.

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